El pasado miércoles 30 de enero, en los estudios de Aragón Radio, Paco Doblas y Ainara Güerri entrevistaron al psicólogo de Terapéutica en Alza Juan Fernández-Rodríguez Labordeta junto a Carmen Casarejos, presidenta de Reazyom (Familias Víctimas de Acoso Escolar de Zaragoza) sobre el acoso escolar, ¿Qué hay que tener en cuenta dentro de este problema que nos afecta a todos?

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Carmen Casarejos, habla de la necesidad de que el centro escolar sea un lugar seguro, y tiene razón, ya que si pierde esa condición, el niño o la niña que sufra expresará mayor sintomatología ansiosa o depresiva o, dicho de una forma más humana, sufrirá más. Y no hablamos de necesidad social o de justicia, sino de una necesidad psicológica personal.

Imaginad que os encontráis en la selva, rodeada de vegetación, pero también de depredadores que saben esconderse hasta el momento de la agresión, y enfrente, un maestro o una maestra con una pizarra pidiendo que centréis vuestra atención en lo que os está explicando. ¿Cuál sería vuestra reacción? Es exactamente lo mismo que ocurre en el acoso escolar, siendo el cerebro de la víctima el que evoca la selva y los agresores se visten de depredadores ocultos. Cuando los maestros y maestras entienden esto, la situación cambia favorablemente.

Las normas en las aulas

Esa es la realidad social en las aulas, tal y como comenta Juan Fernández-Rodríguez, un micro mundo en el que hay normas impuestas entre los alumnos/as. Esto no es peligroso siempre que los adultos coparticipen y gestionen como autoridades que son, ya que los alumnos evolutivamente están aprendiendo a relacionarse entre ellos, y las normas en parte son eso, formas de relación.

Cuando dentro de estas normas sociales, se cuestiona “¿Quién vale, quién se excluye?”  es cuando tenemos que empezar a preocuparnos e intervenir, ya que los centros educativos promueven la inclusión y la convivencia, además de que esta cuestión marca la relación de dominancia que reflejarán agresor/es y víctima.

pintura acoso escolar

Una emoción importante en el acoso escolar: el asco

Un aspecto importante a señalar en la entrevista, tal y como señala Juan Fernández-Rodríguez es que una de las emociones más significativas para entender el acoso escolar es el asco. Su función biológica se basa en apartar lo que es venenoso o perjudicial para nosotros, sobre todo respecto a la alimentación. Pero ¿Qué ocurre cuando el asco media entre seres humanos? Que quién puede (dominante) aparta a la persona que representa lo que le da asco (víctima) usando herramientas sociales, y es que está demostrado que los agresores no carecen de habilidades sociales, sino de empatía.

Asco por la debilidad, por el afecto, por la apariencia física, por la enfermedad, pueden ser algunos ejemplos de lo que estimula en el agresor este comportamiento. Gracias a esta información, podemos profundizar en qué necesita este “depredador” para dejar de serlo. Así, el trabajo no solo será recuperación de la persona agredida, sino el restablecimiento de la persona agresora.

Redes sociales como amplificadoras del acoso

Tal como señalan diferentes estudios, el acto más frecuente dentro del acoso escolar como agresión es poner motes e insultos, pero hay una forma mucho más dañina, los bulos.

Generar rumores sobre una persona y difundirlos es parecido a inventarse una historia y que la gente la considere cierta. Cuando esta historia está relacionada con infravalorar y despreciar a una persona, la gente lo puede confundir con humor, pero no deja de ser otra forma de atacar y tratar de eliminar que hace que la víctima sienta que no hay donde esconderse. Todo el mundo conoce hechos sobre chicas acosadas en las redes por acoso sexual (“sexting”) o de otra índole, y han terminado en suicidio.

Por suerte, hay centros escolares que han implantado medidas como “ciberayudantes” que aprovechan el uso de las redes sociales para compensar el daño del acoso.

Hay mucho que entender todavía, aunque consideramos importante no permitir, en la forma más básica, que los alumnos se gestionen socialmente por su cuenta sin colaboración ni contención por parte de los adultos, ya que si no es así, seguirá existiendo acoso escolar y otros problemas asociados.

Juan Fernández-Rodríguez Labordeta

Autor: Juan Fernández-Rodríguez Labordeta

Psicólogo Sanitario y Psicoterapeuta de Tiempo Limitado. Con formación en EMDR. Cofundador de Terapéutica en Alza. Colabora con Aragón Radio y ha trabajado con familias y adolescentes en conflictos graves. Es parte del grupo de Recursos Artísticos para la intervención terapéutica del Colegio de psicólogos de Aragón. Además de ayudar a personas adultas, se especializa en el acoso escolar y trabaja en colaboración con entidades sociales de la infancia.

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