Los problemas de ansiedad frecuentan cada vez más nuestro estilo de vida, generando altos niveles de sufrimiento, incertidumbre y desesperación, sobre todo cuando esa ansiedad que aparece no tiene un estímulo asociado, como si su aparición fuera “porque sí”.
Es cierto que, ante una vivencia muy estresante tal como afrontar unos exámenes, recibir malas noticias, presenciar un evento desagradable… nuestro nivel psicológico de alerta aumentará. Se incrementará la respuesta del sistema nervioso simpático y, a nivel más humano, nos generará tensión e incluso dolor. Pero la diferencia radica en que, cuando sabemos qué es lo que dispara nuestra tensión, podremos poner el foco en esa dirección y buscar soluciones, siempre y cuando tal evento no supere nuestra capacidad para afrontarlo.
Es importante hacer esta diferenciación, ya que aunque la ansiedad conlleve una respuesta fisiológica parecida en todos los seres humanos, lo que signifique para cada persona es todo un mundo. Es por ello que reducir a física y química estos estados alterados es pura banalización, y habrá que ser prudente para superar el sufrimiento que conlleva la ansiedad. Si estás leyendo esto en busca de respuestas, mantén la esperanza y ten paciencia.
En este artículo haremos accesible la información, si bien la ansiedad siempre necesita de entereza, también es cierto que no asume bien cosas complicadas. Comenzaremos con un guion sobre conocimientos básicos de la ansiedad, para pasar finalmente a los consejos que os ofrecemos.
4 consejos esenciales para afrontar la Ansiedad
Aspectos fundamentales de la ansiedad
La ansiedad siempre aparece como un estado temporal.
Dicho de una forma sencilla, del mismo modo que aparece, se va, por esa razón es importante aprender estrategias para poder soportar ese rato tan desagradable, y no centrarnos en combatirla, que siempre empeora la situación.
Esta respuesta de nuestro cuerpo forma parte de la naturaleza del ser humano, y ha de seguir siendo así.
Más adelante mencionaremos el verdadero problema de la ansiedad. Un objetivo sano con la ansiedad consiste en conseguir hacerla más tolerable para recuperar el control.
Cuando el problema con la ansiedad nos lleva al descontrol y a la desesperación, recomendamos seriamente llamar a un profesional en la materia.
Es cierto que la medicación ayuda a reducir los síntomas, pero sin una buena gestión, podemos caer en el error de considerarla como única opción, cuando los y las profesionales de la psicología sabemos tratar con éxito este tipo de patologías.
No existe solución mágica, pero si hay solución.
Es completamente normal y respetable sentir frustración y abatimiento cuando se intenta superar un problema de ansiedad. Por ello, animamos a buscar soluciones pausadas y seguras, no tanto desesperadas, que solo contribuyen a empeorar el malestar.
Como profesionales de la psicología te ofrecemos unas pautas que, llevadas a cabo a un ritmo calmado y observando los pequeños matices, ayudarán a que el estado de ansiedad no se desborde y sea soportable. En caso de que la angustia no sea tolerable, insistimos concierte cita para empezar un tratamiento personalizado para la ansiedad.
1. Asimilar que la ansiedad no está fuera, sino que forma parte de nosotros
Es evidente que la ansiedad conlleva sensaciones muy desagradables, y en parte ahí está la gran verdad, esas sensaciones nos avisan de que algo no está bien. El cuerpo siempre es nuestro aliado, y todo lo que nos transmite tiene un sentido implícito, aunque nos cueste comprenderlo.
Si cogemos una libreta, y apuntamos en ella a modo de registro cuando entramos en ansiedad, y detallamos, además del día y de la hora, donde estamos, que estamos haciendo, con quien estamos, en que pensamos, etc. Empezaremos a descubrir pequeñas cosas que empezarán a dar forma a lo que antes era desconocido. Dicho de otra forma, podremos identificar que es lo que dispara nuestra alarma psicológica, y empezaremos a considerarla más como una aliada para dejar de combatir con ella.
A veces resulta complicado encontrar aquello que “nos dispara”. Para dar un empujón en esta parte, señalamos dos grandes focos donde empezar a investigar:
– Foco interno
El estar relajado, distraído, pensando en algo que nos preocupe o simplemente sintiendo una emoción poco agradable (rabia, tristeza, culpa…) puede ser suficiente estímulo para que la ansiedad emerja.
– Foco externo
Con esto nos referimos a: dónde estamos, con quién, qué se dice en la conversación, qué sonidos, olores, colores hay a nuestro alrededor… todo aquello que podemos presenciar en el momento de tensión.
2. Ser consciente de lo que se siente y aprender a estar
Esta parte es producto del paso anterior. Si hemos recogido suficiente información, ya sabremos un poquito más, que no es poco cuando se empieza por nada.
Es habitual que el deseo sea “que desaparezca la ansiedad”, pero nada más lejos de la realidad, no es ni una solución a medias, ya que no nos podemos deshacer de aquello que necesitamos para la supervivencia (imaginad que eliminamos nuestra capacidad de sentir miedo ante un león, ¿correríamos?). El problema nunca es la ansiedad, sino su desajuste con la realidad que vivimos. Es una pregunta que un paciente con ansiedad responde muy fácil, “¿Es motivo de alarma aquello que le genera ansiedad?” “Sé perfectamente que no, pero no puedo controlarlo”. A esto nos referimos con desajuste.
Por ello, ignoraremos lo que nos dicta el deseo, no huiremos ni combatiremos, sino que trataremos de permanecer. ¿Cómo haremos esto? Prediciendo la ansiedad, ya que si sabemos cuándo y cómo aparece, podremos imaginar qué hacer cuando aparezca. Hay muchas posibilidades, señalaremos algunas:
– Aprender técnicas de respiración y usarlas
Si la ansiedad es la activación de nuestro sistema nervioso simpático (alarma, lucha, huida), haremos lo posible por activar nuestro sistema nervioso parasimpático (descanso, calma, digestión) y bajar de intensidad este estado tan desagradable. Para no caer en la frustración, hay que señalar que no es una solución mágica, en el sentido de “respiro y estoy bien”, sino que es un aprendizaje, y como tal los cambios son graduales siempre.
– Elegir alguna tarea de distracción
¿Nos gusta dibujar, escribir, leer u otra actividad y nos relaja? Como explicaremos más adelante, la ansiedad requiere de cuidado, porque el cariño funciona para calmar, pero la rabia y la desesperación no. Canalizar la ansiedad con alguna tarea ayuda a mejorar la tolerancia, y además nos aleja de esa fijación propia de la ansiedad (¿Qué me pasa, por qué no se va?) al estar centrados en algo externo.
– Dedicar ese tiempo para nosotros
Ir a tomar un café, respirar al aire libre, escuchar música, tomarnos un baño relajante… son tareas parecidas a las de distracción, pero con matices distintos. No es lo mismo centrarse en el cuidado de uno mismo que crear algo, aunque ambas pueden valer. Algo muy importante a señalar para estas tareas, es que tienen que ser importantes para nosotros, si elegimos al azar con total seguridad no obtendremos resultados.
– Hacer deporte
Si bien esta no es una opción para el momento que sintamos ansiedad, sí que funciona muy bien para recuperar el control de nuestro cuerpo, ya que es fácil que, sin saberlo, nos hayamos hecho muy sensibles a la ansiedad. Los estudios afirman que entrenar nuestro cuerpo mejora la regulación fisiológica y equilibra nuestros estados mentales, algo muy beneficioso para los problemas de ansiedad.
3. Confiar en el apoyo incondicional de las personas de nuestro alrededor
Es muy habitual que haya problemas de comunicación cuando alguien tiene crisis de ansiedad, ya que esos “nervios” se transmiten al resto de personas y estas pueden caer en el error de responder impulsivamente “tranquilo”, “no pasa nada”, “cálmate”, etc. Mensajes que no ayudan.
En este contexto, lo que suele funcionar es simplificar la comunicación, es decir, expresar que nos encontramos mal y necesitamos tiempo (la ansiedad es temporal) sin pedir ningún tipo de ayuda más allá de la compañía, ya que en general, en una crisis de ansiedad no se piensa con claridad cómo para saber pedir ayuda. El mismo mensaje va para las personas cercanas que están presentes, si ven que alguien entra en un estado de ansiedad, respirar y estar ahí es el mejor de los remedios. Al final nuestra memoria graba este tipo de situaciones, y no hay nada más terapéutico como recordar a esas personas que se quedaron ahí cuando todo fue mal.
4. Contar con el trabajo de un profesional
Los problemas de ansiedad conllevan factores que, en muchas ocasiones, una persona por sí misma no puede gestionar, y dejar esa responsabilidad a familiares o amigos suele ser desproporcionado y termina en situaciones que desbordan a las personas cercanas. Es importante reconocer cuando es momento de buscar a alguien que sepa lo que nos pasa.
En Terapéutica en Alza escuchamos, evaluamos y planificamos de manera personalizada para que encuentres soluciones que mejoren tu bienestar y ayuden a la ansiedad a ajustarse de un modo más normal. Es fundamental que el terapeuta de referencia sepa manejar problemas de este tipo y darte un respiro. Si en la consulta se encuentra esperanza, la curación comienza. ¡No dudes en ponerte en contacto con nosotros!
Psicólogo Sanitario y Psicoterapeuta de Tiempo Limitado. Con formación en EMDR. Cofundador de Terapéutica en Alza. Colabora con Aragón Radio y ha trabajado con familias y adolescentes en conflictos graves. Es parte del grupo de Recursos Artísticos para la intervención terapéutica del Colegio de psicólogos de Aragón. Además de ayudar a personas adultas, se especializa en el acoso escolar y trabaja en colaboración con entidades sociales de la infancia.