La terapia de Desensibilización y Reprocesamiento mediante Movimientos Oculares, comúnmente conocida como terapia EMDR por sus siglas en inglés, es una terapia psicológica que ha demostrado ser eficaz en el tratamiento de trastornos relacionados con experiencias traumáticas y otras experiencias estresantes asociadas a trastornos de salud mental como el estrés postraumático (TEPT), ansiedad, depresión y otras afecciones similares.
Desarrollada en los años 80 por la psicóloga norteamericana Francine Shapiro, la terapia EMDR utiliza la estimulación bilateral, ya sea visual, auditiva o kinestésica, para ayudar al paciente a procesar los recuerdos traumáticos de forma adaptativa y disminuir la carga emocional asociada a ellos.
La terapia EMDR cuenta con el respaldo de importantes organizaciones y organismos internacionales de salud mental. Desde 2013, la Organización Mundial de la Salud lo ha recomendado como uno de los tratamientos de elección para los trastornos relacionados con el trauma. La Base de Datos Cochrane de Revisiones Sistemáticas señala que las terapias orientadas al trauma, como el EMDR, son altamente efectivas para tratar patologías postraumáticas. La Sociedad Internacional de Estudios de Estrés Traumático (ISTSS) lo considera un tratamiento de elección para el trastorno por estrés postraumático (TEPT). Además, muchas otras guías clínicas y organizaciones internacionales también lo incluyen como una terapia recomendada.
La terapia EMDR: una herramienta eficaz para el tratamiento del trauma
¿En qué consiste la terapia EMDR?
La terapia EMDR se enfoca en el recuerdo del evento traumático y ayuda al paciente a procesar la información de manera adecuada. La terapia pasa por 8 fases, comenzando por la identificación del problema y la recolección de información relevante, y terminando con la evaluación y la verificación de que el tratamiento ha sido efectivo.
Durante las fases intermedias, el terapeuta utiliza la estimulación bilateral para ayudar al paciente a procesar los recuerdos traumáticos de forma adaptativa. La estimulación bilateral puede ser visual, con el movimiento de los ojos de un lado al otro, auditiva, con sonidos alternados en ambos oídos, o kinestésica, con toques suaves y alternados en los hombros o las manos.
Durante la estimulación bilateral, el paciente se enfoca en el recuerdo del evento traumático y las emociones asociadas a él. El objetivo de la terapia es integrar el recuerdo traumático en la historia de vida del paciente, de manera que se pueda disminuir la carga emocional asociada al evento traumático y procesar la información de forma adaptativa.
¿Para quién está recomendada la terapia EMDR?
La terapia EMDR está recomendada para cualquier persona que haya sufrido una experiencia traumática y presente síntomas como ansiedad, depresión, fobias, trastornos de estrés postraumático o problemas de autoestima.
La EMDR ayuda a niños, adolescentes y adultos de todas las edades. Los terapeutas utilizan la terapia EMDR para tratar una amplia gama de problemas. Los que mejor se pueden tratar, según la experiencia clínica, son:
- TEPT y otros problemas relacionados con el trauma y el estrés.
- Ansiedad, ataques de pánico y fobias.
- Enfermedades crónicas y problemas médicos.
- Depresión.
- Duelo y pérdida.
- Dolor.
- Ansiedad por rendimiento.
- Violencia y abusos físicos, sexuales y emocionales.
- Trastornos del sueño.
- Violencia y abusos.
Para todos estos problemas, no solo hay investigaciones que muestran efectos positivos, sino que también hay experiencia clínica real. En cualquier caso, el enfoque EMDR no se centra en el diagnóstico, sino en la base de cada trastorno, que está más o menos influida por el entorno en el que la persona se ha desarrollado y relacionado con él. Aunque algunas patologías tienen importantes componentes genéticos, socioculturales o tóxicos, EMDR trabaja sobre las circunstancias vitales no procesadas que contribuyen a los problemas actuales.
¿Cuánto dura el tratamiento con EMDR?
El número de sesiones de EMDR que necesita un paciente depende de la complejidad del problema a tratar y de la respuesta del paciente al tratamiento. En general, se recomienda un mínimo de 1 a 3 sesiones para un evento traumático simple, y más de un año para problemas más complejos.
Una sesión típica de terapia EMDR dura entre 60 y 90 minutos. La terapia EMDR puede utilizarse como intervención puntual integrada en una psicoterapia más verbal, como terapia adicional con otro terapeuta o como tratamiento por sí mismo.
¿Cómo es una sesión de EMDR?
Una sesión de EMDR suele desarrollarse del siguiente modo:
- En primer lugar, se pide a la persona que se centre en el recuerdo que le causa más angustia.
- A continuación, se provoca que el paciente se mueva de un lado a otro con estímulos visuales, táctiles o auditivos.
- Tras ello, se pide al paciente que indique lo que le viene a la mente: sonidos, imágenes, sensaciones…
- El proceso se repite hasta que desaparecen las sensaciones, emociones o pensamientos negativos.
El recuerdo traumático del pasado se conecta y procesa con recursos más adaptativos en el presente. Esto permite al paciente reprocesar el acontecimiento con una interpretación emocional más sana que permite que desaparezca el comportamiento complicado.
¿Cómo es el proceso de la terapia EMDR para el paciente?
Un terapeuta EMDR experimentado necesita conocer bien el caso y comprender, junto con el paciente, las posibles conexiones entre el problema que le trae a la consulta y su historia pasada. A partir de este mapa inicial, es necesario evaluar si la persona necesita un proceso preparatorio para comprender mejor sus dificultades y recursos, adquirir cierta estabilidad, gestionar sus emociones y sentirse segura a la hora de afrontar sus experiencias difíciles.
Una vez acordados los temas que se van a trabajar, se accede a cada recuerdo relevante, prestando atención a una imagen, creencia, emoción y sensación corporal negativas asociadas a ese acontecimiento, y después a una creencia positiva que implique un cambio de perspectiva sobre la experiencia. De esta forma, se recorren las 8 fases de la terapia EMDR.
¿Qué técnicas se utilizan en EMDR?
Existen tres tipos de técnicas o tres tipos de estimulación bilateral que se utilizan en EMDR Y que se aplican en función de cada paciente, y son:
- Movimientos oculares sacádicos horizontales. Son una serie de movimientos que el terapeuta realiza con sus dedos en el campo visual del paciente. El paciente debe seguir los dedos del terapeuta con los ojos sin mover la cabeza, realizando hasta 40 movimientos a la vez. Es la técnica más eficaz de EMDR.
- Estimulación auditiva bilateral. Utiliza sonidos o música bilateral que se escucha a través de auriculares. El terapeuta dispone de un dispositivo que le permite controlar los sonidos, la velocidad y la intensidad.
- Tapping. El terapeuta da golpecitos suaves en las rodillas del paciente, alternando la derecha y la izquierda, y alternativamente en las manos de la persona apoyadas en sus rodillas.
Corresponde al terapeuta de EMDR determinar qué técnica funciona mejor en cada caso, y aunque la primera suele tener más éxito, en otros casos puede ser necesaria una técnica diferente.
¿Por qué la terapia EMDR es eficaz?
La terapia EMDR es eficaz porque utiliza la estimulación bilateral para activar los mecanismos de procesamiento de la información del cerebro. Durante la estimulación bilateral, el paciente procesa el recuerdo traumático de forma adaptativa y puede integrarlo en su historia de vida de forma que se reduzca la carga emocional asociada a él. Además, el enfoque centrado en el paciente permite que el terapeuta guíe el proceso de forma individualizada, atendiendo a las necesidades y características de cada sujeto.
Otro factor que contribuye a la eficacia del EMDR es que se enfoca en los aspectos sensoriales, cognitivos y emocionales de la experiencia traumática. De esta forma, no solo se trabaja con el recuerdo en sí, sino también con las emociones y sensaciones que lo acompañan, lo que permite una integración más completa y adaptativa del recuerdo.
Además, la terapia EMDR se ha demostrado efectiva en múltiples estudios clínicos y ha sido reconocida por organizaciones de salud mental a nivel mundial, tal y como hemos comentado antes, como una terapia eficaz para el tratamiento del trastorno por estrés postraumático y otros trastornos emocionales.
La terapia EMDR es eficaz debido a su enfoque centrado en el paciente, la activación de los mecanismos de procesamiento de la información del cerebro a través de la estimulación bilateral, y su enfoque holístico en los aspectos sensoriales, cognitivos y emocionales de la experiencia traumática.
¿Qué ocurre en el cerebro cuando hacemos EMDR?
Nuestro cerebro tiene una forma natural de recuperarse de los recuerdos y acontecimientos traumáticos. Este proceso implica la comunicación entre la amígdala (una parte central del cerebro que actúa como señal de alarma ante acontecimientos estresantes), el hipocampo (una zona que ayuda en el aprendizaje, incluidos los recuerdos de seguridad y peligro) y el córtex prefrontal (que analiza y controla el comportamiento y las emociones). Aunque a menudo las experiencias traumáticas pueden afrontarse y resolverse espontáneamente, en muchos casos no pueden procesarse sin ayuda.
Las respuestas al estrés forman parte de nuestros instintos naturales de lucha, huida o congelación. Estas respuestas se desencadenan por algo que percibimos como amenazante y se desactivan cuando sentimos que el peligro ha pasado. Sin embargo, cuando ocurre algo que desborda la capacidad del cerebro para procesarlo, estas respuestas permanecen activas y las imágenes, pensamientos y emociones perturbadoras pueden crear una sensación abrumadora de estar de vuelta en ese momento, o de que el tiempo se ha detenido, que no podemos superar. La terapia EMDR ayuda al cerebro a procesar estos recuerdos y permite que se reanude el proceso natural de curación que se había interrumpido. La experiencia se sigue recordando, pero se resuelve la respuesta de lucha, huida o congelación asociada a la situación pasada.
¿En qué se diferencia EMDR de otras terapias recomendadas?
Tanto la terapia EMDR como la terapia cognitivo-conductual (TCC) tienen un alto nivel de evidencia para el tratamiento de los recuerdos traumáticos. A diferencia de estas psicoterapias, la EMDR no requiere que el paciente hable del problema en detalle ni que complete tareas entre sesiones.
- Por ejemplo, en la terapia de exposición (un tipo de TCC), el objetivo es que la persona entre en contacto con las emociones evocadas por el recuerdo, sin evitarlas, hasta que se produzca gradualmente un proceso de habituación y se reduzca el malestar.
- En la terapia EMDR, la persona tiene un contacto muy breve con el recuerdo para dar paso a un proceso asociativo con otros recuerdos, sensaciones o pensamientos. Esto reduce el malestar (desensibilización) pero también pone en marcha un proceso de asociaciones múltiples (reprocesamiento).
Ambos tipos de terapia son eficaces, pero funcionan por mecanismos diferentes. Las terapias más cognitivas trabajan sobre las creencias del paciente acerca del suceso para cambiarlas a una perspectiva más sana. En la EMDR, aunque se recogen las creencias del paciente, no se trabaja específicamente sobre ellas, sino que cambian como resultado del procesamiento del recuerdo.
Por eso es importante trabajar no solo sobre el recuerdo concreto que está bloqueado, sino también sobre las conexiones entre esa experiencia y situaciones anteriores que puedan tener los mismos pensamientos o sensaciones asociadas. Un terapeuta EMDR trabajará con el paciente para comprender las raíces de las experiencias traumáticas y desarrollar un plan de trabajo integral para eliminar su influencia en el presente.
La idea central del modelo EMDR, denominado Modelo de Procesamiento Adaptativo de la Información (MPA), es que el sistema nervioso dispone de mecanismos para procesar e integrar todo lo que nos ocurre, incluidas las experiencias difíciles o estresantes. A veces, cuando estas experiencias son más intensas o complejas para la persona, el sistema se bloquea y el recuerdo se almacena sin procesar, con las mismas percepciones, pensamientos, emociones y sensaciones. Estos recuerdos no procesados no son una fuente de aprendizaje, pero pueden causar problemas y síntomas en el presente cuando ocurre algo relacionado con estas experiencias.
La terapia EMDR ha definido procedimientos para acceder a estos recuerdos y desbloquearlos para que el sistema nervioso pueda finalmente integrarlos. Uno de los elementos utilizados en estos procedimientos son los movimientos oculares u otras formas de estimulación cerebral bilateral (táctil, auditiva). Aunque los movimientos oculares han dado nombre a la terapia, es importante recordar que este elemento por sí solo no constituye un enfoque terapéutico y no se recomienda su uso aislado.
Las 8 fases de la terapia EMDR
Fase 1: Historia, diseño y planificación del tratamiento
En esta fase, el terapeuta recoge la información necesaria para entender el problema del paciente y crear un plan de tratamiento específico. Se identifican los objetivos terapéuticos y se desarrolla un plan para alcanzarlos. El terapeuta también evalúa la estabilidad emocional del paciente y le proporciona herramientas para manejar la ansiedad o la angustia que puedan surgir durante el tratamiento.
Es una fase inicial en la que se registra el historial clínico de cada paciente, se recogen recuerdos para procesarlos con la terapia adecuada y sensaciones físicas. Puede ser una creencia, un olor o una sensación, cualquier detalle que se considere. También se acuerdan los objetivos terapéuticos que se trabajarán en las sesiones.
Fase 2: Preparación del paciente
En esta fase, el terapeuta enseña al paciente las técnicas para ayudar a manejar la ansiedad y el estrés. El paciente aprende habilidades de relajación, visualización y resolución de problemas, y se les enseña a utilizar estas técnicas durante las sesiones de EMDR.
El terapeuta explica al paciente en qué consiste el método, la teoría y los fundamentos en los que se basa. El terapeuta también aclara las dudas, explica las expectativas de éxito y todo lo necesario para que el paciente se familiarice con el método que se va a utilizar con él. Lo fundamental es establecer que el paciente es apto para esta terapia y tiene confianza en el terapeuta.
Se da el consentimiento informado, explicando el procedimiento, así como las patologías actuales de la persona y si está tomando alguna medicación.
Fase 3: Evaluación
En esta fase, el terapeuta guía al paciente a través del proceso de identificar el recuerdo traumático específico que se abordará durante el tratamiento. El terapeuta también ayuda al paciente a identificar la intensidad emocional y física asociada con ese recuerdo.
En este punto se identifica el recuerdo que se va a trabajar. Una vez que se sabe de qué se trata, se pide al paciente una imagen que represente ese recuerdo para empezar a trabajar sobre él. Se empieza verbalizando las emociones y sentimientos negativos y después se hace una afirmación positiva que se utilizará en la fase de instalación.
Para medir el recuerdo, debes acceder a él con una estructura y hacer una medición de los elementos principales del recuerdo. Cada línea de base de este recuerdo debe medirse con emociones, cogniciones y sensaciones físicas en el examen.
En esta fase 3, se registran las puntuaciones iniciales VoC (validez de la cognición positiva) y SUD (grado de perturbación que siente cuando piensa en esta imagen).
Fase 4: Desensibilización
En esta fase, el terapeuta utiliza la estimulación bilateral para ayudar al paciente a procesar el recuerdo traumático de manera adaptativa. Durante la estimulación bilateral, el paciente procesa el recuerdo traumático de forma adaptativa y puede integrarlo en su historia de vida de forma que se reduzca la carga emocional asociada con él.
Es cuando surgen nuevas emociones perturbadoras, síntomas físicos o recuerdos. Es necesario concentrarse y prestar atención. Se trabaja la estimulación bilateral. Si el proceso se bloquea aquí, se pueden utilizar otras estrategias y procedimientos más avanzados.
Es en esta fase cuando accedemos al momento del trauma, cuando está presente la peor parte del recuerdo y hay que evaluar el nivel de perturbación. El paciente debe realizar una asociación libre con el conjunto de estimulación bilateral. Debe agotar las asociaciones y situaciones asociadas al recuerdo. Esto debe hacerse hasta que no sienta ninguna perturbación al recordar la escena en cuestión.
Fase 5: Instalación de la cognición positiva
En esta fase, el terapeuta ayuda al paciente a instalar una creencia positiva y realista sobre sí mismo en relación con el recuerdo traumático. Gracias a la labor del terapeuta, y su trabajo para instalar la creencia positiva, el paciente pasa de expresar «no estoy a salvo» del trauma a sentir «estoy a salvo».
El objetivo es reforzar la afirmación positiva, no la negativa. El objetivo es que el paciente acepte y refuerce el hecho de que controla la situación que le bloqueaba. La estimulación bilateral continúa hasta que el paciente cree que puede controlar la situación. La creencia positiva debe tomarse como una verdad absoluta.
Se administran series cortas de estimulación, comprobando en una escala del 1 al 7 cómo se siente el paciente. Se anima al paciente a que piense en la situación y repita la creencia positiva. El objetivo es alcanzar una puntuación mínima de 6.
Fase 6: Examen corporal o Corporalización
En esta fase, el terapeuta ayuda al paciente a conectar los cambios positivos en su pensamiento y sus emociones con sensaciones corporales. Por ejemplo, el paciente puede sentir un cambio en la tensión muscular o en la respiración.
El objetivo de esta fase es liberar cualquier tensión física restante. El acontecimiento traumático debe recordarse con una cognición positiva. Hay que explorar el cuerpo en busca de cualquier dolor o sensación desagradable que pueda procesarse para liberar la tensión. Esto suele resolverse fácil y eficazmente, pero puede haber nueva información y otras experiencias complicadas que podrían conducir a nuevos caminos.
Si en esta fase hay hormigueo, molestias o sensaciones desagradables en el cuerpo, vuelve a la fase de desensibilización. Si todo va bien, se realizan una serie de movimientos oculares para reforzar la buena sensación.
Fase 7: Cierre de la sesión
En esta fase, el terapeuta ayuda al paciente a cerrar la sesión de EMDR y a volver a un estado emocional estable. El terapeuta también puede proporcionar al paciente tareas para hacer entre sesiones de EMDR.
El objetivo es devolver al paciente a un estado de equilibrio, aunque el reprocesamiento no se haya completado. El paciente llevará un diario de situaciones, recuerdos, pensamientos y demás que puedan ocurrir en el futuro, con el fin de procesarlos de la misma manera que se procesan. El paciente aprende a relajarse y a contener las emociones.
Se cierra la sesión y se evalúa hasta la siguiente sesión. El objetivo de esta fase es garantizar la estabilidad del paciente y orientarle al final de cada sesión de reprocesamiento.
Fase 8: Reevaluación
Al inicio de la siguiente sesión, se vuelve a acceder al objetivo de la sesión anterior para evaluar si existen alteraciones residuales y si se mantienen los resultados. Se evalúa la eficacia de la terapia en las sesiones anteriores.
En esta fase es importante asegurarse de que se están abordando todos los aspectos del plan de tratamiento. El terapeuta evalúa el progreso del paciente y determina si se han alcanzado los objetivos terapéuticos. Si no se han alcanzado, el terapeuta puede volver a una fase anterior del tratamiento o ajustar el plan de tratamiento.
Es importante destacar que la duración y el número de sesiones de EMDR pueden variar según la persona y su situación. Tal como hemos comentado anteriormente, se necesitan de 1 a 3 sesiones para tratar un trauma simple, mientras que los problemas más complejos pueden requerir más sesiones y un tratamiento más prolongado.
Potenciando la recuperación y el bienestar a través de la terapia EMDR
Es fundamental reconocer que la ansiedad y el miedo tras haber sufrido una experiencia traumática pueden ser manifestaciones normales y adaptativas ante ciertas situaciones. Sin embargo, cuando estos sentimientos se vuelven crónicos, intensos y debilitantes, pueden afectar negativamente la calidad de vida de una persona, haciéndose necesario buscar ayuda profesional.
La duración de la terapia EMDR varía según el paciente y sus traumas, pero suele ser más corta que otras terapias similares. Es importante valorar si esta técnica es la más adecuada para abordar problemas emocionales derivados de experiencias traumáticas y contar con un terapeuta EMDR experimentado para guiar al paciente a través de las 8 fases del tratamiento de manera satisfactoria.
Recuerda que pedir ayuda es un acto de valentía y un paso fundamental para recuperar el control de tu vida. No hay motivo para sufrir en silencio; la ayuda está disponible y el apoyo emocional puede marcar una gran diferencia en la vida de quienes enfrentan la ansiedad, depresión o TEPT tras una experiencia traumática.
Autor: Juan Fernández-Rodríguez Labordeta
Psicólogo Sanitario y Psicoterapeuta de Tiempo Limitado. Con formación en EMDR. Cofundador de Terapéutica en Alza. Colabora con Aragón Radio y ha trabajado con familias y adolescentes en conflictos graves. Es parte del grupo de Recursos Artísticos para la intervención terapéutica del Colegio de psicólogos de Aragón. Además de ayudar a personas adultas, se especializa en el acoso escolar y trabaja en colaboración con entidades sociales de la infancia.