En la actualidad, los tratamientos psicológicos de las diferentes problemáticas avanzan tanto científica como socialmente hacia un horizonte donde hay mayor efectividad en menor tiempo, reduciendo el número de sesiones y aumentando la satisfacción de los y las pacientes por los resultados.
Pero eso no cambia la realidad de que la psicoterapia siempre es dinámica y no puede asemejarse a otros tipos de tratamiento, como el médico en el que se receta un fármaco o se aconsejan pautas saludables, se estima un tiempo de eficacia y se realiza un seguimiento (sin desmerecer a los profesionales de la medicina), ni a los entrenamientos dentro de un contexto deportivo, donde por un lado, se miden tiempos y rutinas, y por otro, se incrementan la intensidad y la dificultad de los ejercicios con el objetivo de mejorar las habilidades y la condición física.
La psicoterapia está viva, en constante evolución. Las sesiones de tratamiento están enfocadas al problema que trae el/la paciente, pero este siempre interactúa con todo un mundo en su día a día que, como un barco al navegar, puede obligar a virar hacia rumbos inesperados, aunque el objetivo y destino final siga siendo el mismo.
En este artículo segmentaremos nuestra visión sobre la psicoterapia y expondremos los elementos fundamentales que la compone y qué importancia tiene para el ser humano en su evolución.
¿Qué es la psicoterapia?
La psicoterapia es recuperar el diálogo con la vida
Aunque el pensamiento occidental siga insistiendo en la idea de que son las necesidades físicas/fisiológicas las que tienen que ser cubiertas, las carencias emocionales nos siguen colocando en un estado de supervivencia, impidiéndonos reflexionar sobre las mejores decisiones para nuestro bienestar y obligándonos a escoger las opciones que se presentan urgentemente (trabajo, pareja, amistades). La sensación de que la oportunidad es única nos persigue y nos mantiene en constante vigilancia para no perderla.
Este estado bloquea ese diálogo con la vida, que no es sino esa conversación con nosotros mismos que debemos mantener, preguntándonos en los momentos clave qué es lo que queremos y si la realidad es buena para nosotros. Siempre tendremos miedo de buscar nuevas oportunidades en contextos diferentes, por ello es crucial poder mirarnos, respetarnos y darnos ese “empujón” tan necesario. La psicoterapia actúa durante el proceso como reflejo de este diálogo.
La psicoterapia es rescatar partes de nosotros que quedaron olvidadas
Ese estado de supervivencia emocional puede mantenerse durante mucho tiempo, hasta el punto que el sufrimiento y la desesperanza aparecen y la rendición comienza a ser una opción.
Cuando nos encontramos en un proceso psicoterapéutico, descubrimos que el avance comienza por recordar épocas de nuestra vida en las que todo fue distinto: “cuando tenía 12 años, recuerdo que era más vital…”, “Antes no me preocupaba tanto por las cosas”, “en aquel momento supe lo que tenía que hacer”.
En el momento que los psicólogos percibimos ese “reencuentro” la conducta, la posición corporal, la mirada, la forma de hablar cambian en el/la paciente, mostrando una parte sana y decidida pero consideran con desgana que quedó atrás y nunca volverá porque ahora (vuelve la expresión triste, frustrada y bloqueada) no sabe qué hacer. La psicoterapia puede centrarse en reconectar esas partes para que la parte sana apoye a la parte enferma.
También puede ocurrir que el recuerdo sea desagradable y no tan positivo, en cuyo caso en psicoterapia la conexión puede establecerse a la inversa, ayudando al adulto que es ahora el paciente a echar la vista atrás y verse desde fuera, encontrando a una persona necesitada e impotente y no a una persona incapaz e inútil (expresiones que manifiestan en consulta), y realizando por fin su propio rescate, dentro de su psique, cambiando la forma en la que grabó ese recuerdo.
La psicoterapia es reconstruirnos, adquirir buenas habilidades personales
Una de las especialidades del profesional de la psicología es poder transmitir las habilidades adecuadas para resolver situaciones de la vida cotidiana. Mientras que el rescate ayuda a recuperarse a uno mismo, reconstruirse favorece aprender habilidades que no pudieron ser aprendidas en otro momento. Habilidades en relaciones sociales, como el sentido del humor, la escucha activa, la paciencia, el saber decir que “NO” y saber decir que “SÍ”… no vienen en un manual de instrucciones cuando salimos al mundo exterior (ni siquiera en Internet), necesitando en algún momento esa guía que nos ayude a focalizarnos en lo que necesitamos saber.
Adquirir una nueva habilidad, comprobar que funciona, sentirnos exitosos nos abre más puertas de las que anteriormente veíamos cerrarse, por lo que grabaremos esos triunfos con emociones adecuadas, agradables y poderosas. La psicoterapia no es sólo expresar el dolor, también mostrar con silencio la satisfacción.
La psicoterapia es vivir un proceso de reconciliación, de perdón y aceptación
Acorde con el rescate y la reconstrucción, la psicoterapia nos permite mantener un “cara a cara” con nosotros mismos, incluyendo nuestra luz pero también oscuridad. Cuando no aceptamos la parte oscura, ésta toma un desarrollo autónomo, como si fuera un segundo hijo al que ignoramos y aprende por su cuenta a sobrevivir, alejándose del cariño y el control que no le damos. Eso implica que la oscuridad, cuando lo demás haya fallado, tomará el poder y no tendrá medida, generando conductas tiranas, obsesivas, iracundas o sádicas.
Reconciliarnos con nuestra parte oscura implica tender un puente entre nosotros y esa parte que hasta ahora habíamos desechado, permitiéndole la entrada a nuestra vida y comprendiendo que también la necesitamos para vivir. La mejor manera de gestionar impulsos emocionales descontrolados se consigue permitiéndolos, observándolos y aprender de ellos, aunque sea una paradoja. Una vez más, volvemos a establecer ese diálogo con la vida cuando nos perdonamos y aceptamos.
La psicoterapia consiste en contemplar donde estamos, nuestro lugar de origen, construir un camino, seguirlo y ponernos metas acordes a nuestros deseos. De algún modo, la psicoterapia es el camino para poder solucionar el pasado, vivir el presente y trabajar el futuro.
Autor: Juan Fernández-Rodríguez Labordeta
Psicólogo Sanitario y Psicoterapeuta de Tiempo Limitado. Con formación en EMDR. Cofundador de Terapéutica en Alza. Colabora con Aragón Radio y ha trabajado con familias y adolescentes en conflictos graves. Es parte del grupo de Recursos Artísticos para la intervención terapéutica del Colegio de psicólogos de Aragón. Además de ayudar a personas adultas, se especializa en el acoso escolar y trabaja en colaboración con entidades sociales de la infancia.