Como psicólogos, nos sentimos en la obligación de colaborar en esta situación excepcional de cuarentena. Por ello, a continuación te ofrecemos ocho tips para aplicarlos en casa. El objetivo primordial, aunque suene obvio, es hacer vida normal en casa para facilitar ese equilibrio mental que tanto necesitas en estos momentos.

Recuerda que no es tan importante lo que te transmitimos como lo que tú mismo o tú misma pongas en práctica y veas que funciona, algo que mejorará tu optimismo y tus ganas para seguir afrontando esta fase.

No confundir el miedo con la precaución

Tienes que permanecer atento a la evolución de las circunstancias, pero eso no significa para nada que el miedo deba gobernarte. Para estar tranquilos estos días:

  1. Infórmate de la situación unos 10 o 15 minutos al día. Sabes perfectamente qué datos necesitas actualizar y los medios de comunicación los ofrecen minuto a minuto, por lo que si te quedas más tiempo absorbiendo esa información que se repite, saturarás a tu sistema racional (cortex prefrontal del cerebro) de mensajes cargados de preocupación, y en consecuencia tu sistema emocional (sistema límbico, la amígdala en concreto) se empezará a activar y te generará ansiedad. Lo mismo ocurre con las conversaciones en casa. En resumen, si recibes demasiada información preocupada o tienes conversaciones extensas sobre el mismo tema, te empezarás a preocupar y a sentir malestar, como un círculo vicioso que es precisamente lo que tienes que prevenir.
  2. Coge las redes sociales con pinzas. Al igual que los medios de comunicación, en las RS los mensajes se mandan a raudales, tanto de manera dramática como en forma de memes. Acerca de estos últimos, aunque sea muy sano usar el sentido del humor en estas circunstancias, si es cierto que minimizamos el riesgo cuando únicamente usamos este sentido. Mantén una conexión breve de las redes sociales y concéntrate en el día a día.
  3. Hoy es más importante que nunca evitar la difusión de bulos. Lo curioso es que ahora hay gran parte de los bulos que son bienintencionados y buscan evitar problemas mayores, pero las fuentes tienen poca credibilidad o es una información basada en el miedo (dejar los zapatos en la puerta de casa, no tomar ibuprofeno…). Lo único que se consigue al difundirlos es preocupar a otros, además de aumentar tu propia ansiedad. Fíate únicamente de lo que en esos 10 o 15 minutos al día de información te transmiten.
  4. Tu gente es la que te mantiene conectada. Vas a pasar momentos de incertidumbre y muchos pensamientos desagradables te rondarán la cabeza, por lo que es importante dejarlos fluir y compartirlos con las personas de confianza que te ayudarán a normalizar la situación y a sentirte comprendido o comprendida. Esta más que demostrado que uno de los mecanismos de regulación y equilibrio básicos del ser humano es mantener el contacto cercano con otras personas. Llama a amigos, familia o a tu psicólogo y comparte como te sientes.

No confundir la calma con la desconexión

Además de la ansiedad, hay que prevenir la depresión, que sería una forma de acostumbrarse a la dejadez y a la pereza. Para mantener un nivel de actividad saludable:

  1. Sigue la misma rutina de higiene. Es normal que te puedas dejar llevar por las circunstancias y, ya que no vas al trabajo ni quedas con nadie, descuides ciertas rutinas. Es posible que los primeros días, sobre todo si no realizas teletrabajo, aproveches para descansar y no estar muy activo, y esto es muy sano a corto plazo, pero a medio plazo no hace sino empeorar la situación y solo genera síntomas que te hacen más difícil mantener un día a día equilibrado y más importante, con ganas. Duchas, comidas, lavadoras, limpiar en general… en resumen, tu hogar y tu cuerpo son tu prioridad.
  2. Cuida la alimentación. Hagas lo que hagas, estos días tu nivel de actividad va a bajar considerablemente, por lo que este tema no hay que dejarlo en la obviedad. Echa un vistazo a tu nevera o a tus compras y decide cómo racionarte, tanto para disfrutar de la comida como para no tener excesos (mucho cuidado con las grasas), que solo reforzarían los síntomas mencionados anteriormente. No es cuestión de una dieta estricta, sino de ser conscientes de que no podemos comer lo mismo de siempre como si “viviéramos lo de siempre”. Para que tu cerebro este a gusto, el cuerpo tiene que estar suficientemente nutrido.
  3. Realiza actividades. Se están enviando muchísimos vídeos sobre baile, deporte, actividades creativas… este es un recurso valioso ya que, aunque estés aislado, puedes conectar con personas que te recomiendan actividades. Esto no consiste en quemar grasas, ni convertirte en el mejor dibujante, ya que ese tipo de pensamiento es el de “haz, haz, haz y mejora” propio de la vida de ciudad estresante. cuando la circunstancia en la que vivimos el mensaje es “quédate, espera…”. Si no respetamos este mensaje, la frustración y la ansiedad puede apoderarse de ti y dificultar las cosas. Para nosotros, una recomendación que te hacemos es no es necesario que seas exigente con la actividad, lo importante es que mantengas tu mente en la curiosidad y el entretenimiento. Si el baile te entretiene o tocar la guitarra te relaja en esas horas muertas, ¡A por ello!
  4. Si convives con gente, compartid actividades. Esta puede ser una oportunidad para conectar de otro modo, no en pequeños ratos y con cervezas, o cuando llegas del trabajo para decirle a tus hijos e hijas que estudien, sino en el día a día de verdad. Aunque sea muy sano que cada persona tenga su propio espacio, si cada uno seguís un estilo de vida totalmente distinto, la comunicación puede deteriorarse y generar conflictos en situaciones que tengáis que mantener la unión. Planificad, proponed actividades y vivid juntos la experiencia.

Juan Fernández-Rodríguez Labordeta

Autor: Juan Fernández-Rodríguez Labordeta

Psicólogo Sanitario y Psicoterapeuta de Tiempo Limitado. Con formación en EMDR. Cofundador de Terapéutica en Alza. Colabora con Aragón Radio y ha trabajado con familias y adolescentes en conflictos graves. Es parte del grupo de Recursos Artísticos para la intervención terapéutica del Colegio de psicólogos de Aragón. Además de ayudar a personas adultas, se especializa en el acoso escolar y trabaja en colaboración con entidades sociales de la infancia.

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