Tratamiento psicológico de
enfermedades de la piel
En las enfermedades psicosomáticas de la piel, es evidente el común origen embrionario de esta y del sistema nervioso, dado que comparten entornos bioquímicos que les lleva a una íntima conexión. Por este motivo, la piel es un órgano que reacciona con intensidad a las emociones negativas, lo que hace que se expresen mediante síntomas dermatológicos. Las más frecuentes son la urticaria, la dermatitis atópica, la psoriasis, la alopecia o pérdida del cabello y el prurito o picor psicógeno. A esto se añaden los problemas en la autoimagen que pueden llegar a producir.
¿Cuáles son las consecuencias de los problemas dermatológicos de la piel?
La principal consecuencia negativa de estas enfermedades es la afectación de la propia imagen y del bienestar que acaba minando la autoestima y seguridad personal. Puesto que la piel es la parte más visible del cuerpo, no resulta extraño que muchas personas expresen a través de estos sentimientos de agresividad, ansiedad o distanciamiento del entorno.
Este es el caso de enfermedades dermatológicas como el acné severo o la psoriasis, entre otros, que llegan a producir depresión, vergüenza o ansiedad.
¿Cuáles son las causas de las enfermedades psicosomáticas de la piel?
Son todavía muy desconocidas las causas psicosomáticas de las enfermedades de la piel, pudiéndose destacar:
- Una hipersensibilidad elevada e inestabilidad emocional.
- Inseguridad personal.
- Tendencia al estrés, ansiedad, depresión y miedo.
- Abuso de sustancias como el alcohol.
- Fuertes acontecimientos vitales estresantes.
- Dificultad de afrontamiento de estrés y problemas de la vida cotidiana.
- Elevada contención emocional, como los sentimientos de agresividad, o incapacidad de canalizar las emociones.
- Introversión, pasividad social y dificultades en las relaciones sociales.
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La piel, nuestro medio de contacto con el mundo exterior
No tiene nada de extraño que simbólicamente la piel, además de ser nuestro medio de contacto, al tiempo sea capaz de expresar simbólicamente nuestros estados de ánimo, así como constituirse en una barrera en situaciones sociales comprometidas o con connotaciones traumáticas. Una dermatitis puede representar un rechazo a un contacto íntimo ante el que se siente indefensión o temor. En este sentido, este trastorno sería un rudimentario mecanismo de defensa, en la medida en que intenta protegernos de situaciones temidas.
El estrés también tiene su importancia, principalmente en situaciones como la alopecia o pérdida del cabello. El miedo y la ansiedad, cuando son permanentes en el tiempo, son los principales causantes de este problema. La caída del pelo en estos casos no es lenta, como en los casos de personas con predisposición a perderlo, sino rápida y fulminante. En casos extremos, se puede producir una calvicie completa, dejando calva a una persona, sin cejas, y sin rastros de vello en el cuerpo en cuestión de meses. Sin embargo, en estos casos, cuando desaparece el origen del miedo o ansiedad, la tendencia es que el cabello vuelva a crecer con normalidad.
Tratamiento psicológico de las enfermedades psicosomáticas de la piel
El tratamiento psicológico de las enfermedades psicosomáticas de la piel, además del seguimiento y tratamiento médico correspondiente, se basa en una psicoterapia individual que ayude a desvelar los motivos de dichas somatizaciones. En estos casos hay que acudir a la historia personal, tanto reciente como muy anterior, para comprender el significado tras la sintomatología que esconden estos trastornos.
Igualmente, y desde nuestra experiencia como psicólogos, sabemos de la utilidad adicional y complementaria de técnicas como el EMDR, el brainspotting, el EFT, el focusing, o el método SHEC, en la medida en que permiten acercarse a los núcleos psicológicos originarios que han desembocado en el problema.
El tratamiento psicoterapéutico de los problemas de la piel no es siempre rápido. Frecuentemente, existe toda una historia personal imbricada en fuertes y resistentes mecanismos de defensa que se expresan mediante todo lujo de sintomatología simbólica.